Los orígenes del carnaval son muy lejanos y pertenecen a las épocas egipcia, griega y romana.
Actualmente, el carnaval es una celebración que precede a la Cuaresma, un período de cuarenta días antes del Domingo de Pascua o Resurrección (Semana Santa). La Cuaresma es un tiempo de abstinencia y reflexión, por lo tanto se hacían fiestas los días anteriores. El Carnaval termina con el Martes de Carnaval y el Miércoles de Ceniza, que marcan el inicio de dicha Cuaresma. Las fechas del Carnaval varían cada año, ya que dependen del calendario lunar, pero siempre caen en febrero o principios de marzo.
Aunque hoy en día aceptamos igualmente que ‘carnaval’ proviene de ‘carne-levare’, que quiere decir ‘quitar la carne’. En castellano la palabra usada era ‘carnestolendas’ de ‘carnes-tollere’ que significa ‘carnes-quitar’ o 'adiós a la carne'.
Existieron diversas fiestas invernales en el calendario que ponían ‘’el mundo al revés’’ o que marcaban ''el final de una etapa y el inicio de un nuevo ciclo''. Nos encontramos con las Calendas, Lupercales, Bacanales y las Saturnales , fiestas clásicas que actualizaban a otras más antiguas, y a su vez, evolucionaron con el paso de los años dando paso a otras:
- Las Lupercales. Es el origen de la palabra 'febrero' derivada del latín 'februarius' que significa 'purificar'. Fiesta que se celebraba en la antigua Roma el 15 de febrero para la fertilidad y purificación, que incluía sacrificios y rituales para garantizar la prosperidad y la protección de la ciudad.

Se celebraban en honor a Saturno, dios agrícola, del 17 al 23 de diciembre, a la luz de velas y antorchas, por el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz o nacimiento del Sol Invictus, el 25 de diciembre, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio (solsticio de invierno). Probablemente las Saturnales fueran las fiestas de la finalización de los trabajos del campo.
Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Los esclavos eran frecuentemente liberados de sus obligaciones, en algunos casos, cambiados con los de su dueño, por lo tanto este festejo era muy esperado por la plebe.
Posteriormente, el nacimiento del Sol y su nuevo período de luz fueron sustituidos por la Iglesia, quien hizo coincidir en esas fechas el nacimiento de Jesús de Nazaret con el objetivo de acabar con las antiguas fiestas paganas. Gradualmente las costumbres pasaron al Día de Año Nuevo, siendo asimiladas finalmente por la fiesta cristiana que hoy en día se conoce como Navidad.
En conclusión, existieron varias vertientes de viejas celebraciones provenientes de distintas etapas y civilizaciones, y que fueron absorvidas por el Cristianismo en la Época Romana, reemplazándose unas a otras, evolucionando e inclúso fusionándose, donde habían varios denominadores comúnes como son 'el fin de las cosechas', 'la fertilidad', 'el inicio de un nuevo ciclo solar', 'el intercambio de roles sociales', todas enmarcadas en las fechas de invierno.
Algunas de estas costumbres se manifiestan posteriormente con semejanza en Málaga y provincia, (que es la ciudad española la cual nos vamos a centrar a partir de ahora) en la denominada Fiesta del Obispillo, siglo XVI.
Hay un salto temporal o un largo parón en parte de la península ibérica de ocho siglos, sobre todo en el sur de España, desde el sigIo VIII hasta el siglo XVI, en lo que a Carnaval se refiere por la invasión de los musulmanes (Al-Andalus), ya que el carnaval se convirtió en una fiesta cristiana y durante este tiempo prácticamente desaparecieron dichas celebraciones.
Durante todo este tiempo el carnaval se mantuvo y se continuó transformando en centroeuropa, o en las vecinas Francia e Italia. También en el norte de España en zonas como Castilla León, Cantabria y Asturias, donde los árabes no se establecieron o fue menor su influencia.
El Obispillo se elegía entre los niños del coro o los monaguillos, por sus dotes de picardía; se le bonificaba con una cuantía de dinero, cantidad que dependía del grado de aceptación del público. Durante ese día festivo, el elegido era el protagonista y su papel consistía en ‘invertir el orden social’.
Normalmente salía desde el Sagrario de la Catedral ó desde el Palacio del Obispo en medio de una procesión cómica, siendo acompañado hasta el coro de la catedral. Una vez allí, el obispillo parodiaba ceremonias religiosas, con cánticos y salmos. A todos estos actos acudía la gente también disfrazada invirtiendo los roles sociales. El ir y venir de máscaras provocaba incidentes y desórdenes de consideración.Era preciso ante todo preservar los lugares de culto, hacerlos santuarios y no lugares festivos. Se trata de recuperar la seriedad. Se levanta la ira de los oficiantes y se prohíbe la asistencia de los clérigos a estos actos. La Iglesia condena el escándalo y las máscaras.
Durante el siglo XVII se empobrecieron los espectáculos carnavalescos callejeros porque se impusieron las clases altas burguesas frente a las costumbres medievales. La Iglesia y el Carnaval estaban enfrentados, pero el carnaval no desaparece, sino que se transforma y evoluciona de una clase social a otra.
y SOCIEDADES CORALES
En el año 1637, Felipe IV decidió celebrar una gran fiesta de carnaval y levantó, en El Retiro de Madrid, una gran plaza de madera para miles de personas. Dicha plaza se calcula que tenía 488 ventanas y se iluminaba con 7.000 luces. Se inauguró el 15 de febrero de dicho año y en ella asistió toda la corte con lujosísimos trajes de máscaras. Durante los tres días de Carnaval estuvo abierta al público con la obligación de entrar con máscara o careta.
España disfrutó de un ‘Carnaval de Esplendor’ en tiempos de los últimos Asturias - particularmente con el mencionado Felipe IV - que celebró en la Corte de Madrid una boda donde la novia hacía de ‘un sirviente’; el Conde-Duque de Olivares disfrazado hizo ‘de portero’; varios nobles se vistieron de Damas; la Reina hizo de ‘obrero mayor’ y el Rey hizo ‘de sirviente’.
A principios del siglo XVIII 1700-1720 las costumbres carnavalescas fueron absorvidas por las clases altas, donde sobrevivió lujosamente en los palacios y en ‘Fiestas de Santos’ (San Antón y Santos Inocentes).
A pesar de todos estos cambios, el carnaval nunca desaparece, sino que se transformara, al igual que la sociedad las costumbres y los tiempos van cambiando. Incluso, en los momentos más difíciles se trasladó de un lugar a otro, ocultándose, sobreviviendo siempre; en las vecinas Francia e Italia; o en localidades españolas más aisladas, donde no estaba tan perseguido.
El cronista americano, Francis Carter, recoge en su libro Viaje de Gibraltar a Málaga publicado en 1772 la transformación que vivía la ciudad durante aquellas celebraciones y cómo nuestros conciudadanos de entonces cambiaban los negros y oscuros ropajes por los disfraces más coloristas realizados con telas llegadas Italia y Francia; subrayando esa destacada fuerza popular del carnaval en la calles, probablemente muy vigilado, y, los bailes de máscaras organizados en el interior del Teatro Principal, inaugurado el 12 Noviembre de 1793.
El carnaval durante este período evoluciona hacia formas menos trasgresoras, convirtiéndose en una fiesta más influida por la burguesía y por tanto más domesticada, siendo además una etapa en la que la actividad social y cultural malagueña que se verá enriquecida con el nacimiento de las primeras sociedades corales y, que en su evolución a lo largo de los años, se entrecruzarían con la celebraciones carnavalescas.
A principios de 1789 y con motivo de la coronación del Rey Carlos IV, una comparsa del gremio de cordoneros además de interpretar himnos alusivos a las virtudes del monarca, se permitiría la licencia de cantar uno dedicado al Dios Baco con un tono más irónico y divertido, y ya nos dan reseña del 'carnaval cantado'.
En junio de 1833, y con motivo de los festejos organizados en Málaga con motivo de la proclamación de la futura Isabel II como Princesa de Asturias, se autoriza "el uso general de máscaras" y la organización de bailes en las plazas céntricas de la ciudad (Constitución y Merced), y en el Teatro Principal.
En 1857, esta vez con oportunidad del nacimiento del príncipe Alfonso (futuro Alfonso XII) se permitió "al público" durante la Pascua de Navidad la diversión con la utilización de máscaras...
La Copla Carnavalesca 1850-1870
De estos años datan la Comparsa Pata de Cabra de 1857, la Capilla Vocal de la Casa de Socorros con actividad entre 1853 y 1864, la Coral de San Felipe (1863), la Sociedad Pastoril La Aurora María (1865), y las comparsas La Malagueña y Música del Pueblo, ambas de 1869.
Entonces puede fecharse en 1863 en adelante cuando en Málaga surge la copla carnavalesca, principal diferenciación frente a otros carnavales, pues se otorga importancia a la expresión cantada.
Las primeras coplas con un tono carnavalesco surgidas en Málaga capital hacia 1863 y en los años siguiente, resultan el comienzo de un fenómeno que seguirá evolucionando y perfeccionando sus formas, y que tendrá en el amplio contexto de libertad de la I República Española (1873), en el espíritu de consenso de la Restauración, y en la Constitución de 1876, como grandes catalizadores y propulsores. Será durante este período cuando la celebración del carnaval en Málaga se acentúe el perfil de la fiesta según sean las clases más populares en las calles o la burguesía quien lo celebre en el interior de sociedades como el Círculo Mercantil o el Industrial; o en los teatros Principal y Cervantes.
Málaga sufre en los últimos veinte años del siglo XIX una de sus peores etapas económicas: la plaga que arruinará la agricultura vinícola, cierre de empresas siderúrgicas, desempleo... un tiempo en el que, por otra parte, surgirán movimientos ciudadanos que tratarán de organizarse con una dimensión más turística, y que sería encauzada por una Sociedad Cultural formada por escritores, periodistas, etc., entre los que destacaría José Carlos Bruna, Vice-cónsul de Italia en nuestra ciudad quien se convertiría hasta 1910 en auténtico promotor de la fiesta.
Letra del Carnaval de Málaga de 1882:
que ahora estamos en el tiempo
de echar las penas al aire
a ver si las lleva el viento.
¡Vivan las bromas ligeras
que se visten de buen género!
¡Viva esa broma que nunca
nos deja amargos recuerdos!
Tales son las que contiene
esta especie de folleto
dedicado al carnaval
que se presenta riendo
este año más que otros
quizá porque está contento
de ver cómo va el diablo
negociando con acierto.
Echaos todos a la calle,
con disfraces, por supuesto,
y empiece la algarabía
sin salir del buen terreno.
Y pues Carnaval os brinda
con la broma y el jaleo,
¡a gozar y a divertirnos!
que ahora estamos en el tiempo
de echar las penas al aire...
y que se las lleve el viento!
[Fuente: Archivo Díaz de Escovar]
En 1898 una murga local hacía una letra sobre unas obras en el muelle. Sin duda, se refería a la ampliación portuaria que originó un derribo entre la aduana y el puerto, que es ahora el Paseo del Parque:
…Al entrar en este puerto, señores
nos causó mucha pena y asombro
que entremedio del mar construyesen
un caminito de piedras y escombros…
Málaga Carnaval 1887
El carnaval de 1887 se celebró del 16 al 22 de febrero, durante los que se programaron distintos actos:
-Día 16: Recepción en la estación de trenes del Carnaval (representado por un personaje) a la nueve de la noche y recibido por numerosas máscaras en el andén, para posteriormente acompañarlo en desfile en su entrada triunfal en la ciudad y recorriendo las principales calles.
-Día 17: Baile Color de Rosa en el Teatro Cervantes, con la prescripción de que la señoras llevasen capuchón rosa y máscara, traje de etiqueta para los caballeros o disfraz de color rosa.
-Día 18: Baile y concurso de disfraces para niños en el Teatro Cervantes.
-Día 20: Tómbola en la plaza de La Malagueta.
-Otros actos callejeros celebrados entre los días 20 al 22, fueron: Cabalgata de Carrozas y Batalla de Flores por la actual plaza de la Marina, Alameda Principal y de Los Triste (ahora Alameda de Colón);
-Paseos a pié de máscaras y comparsas premiadas, elevación de globos desde el cauce del Guadalmedina, celebración de regatas en la Caleta con tripulación disfrazada, carrera de obstáculos para jóvenes en la Plaza de la Merced, rifas de caridad con bonos de comida para los pobres... y colofón de la fiesta con acto (que no conocemos con precisión) pero que debió ser la quema simbólica del Carnaval o algún tipo de despedida.
Con el ejemplo de esta programación del carnaval de 1887 se instaura unas formas de organización cuyos ejes permitirían su evolución durante la década de los 80 y 90 de finales del XIX, confirmándose la dualidad: carnaval popular en las calles y en los barrios con la suma creciente de agrupaciones de canto, y, carnaval burgués en el interior de las Sociedades y Círculos, y principalmente, en los teatros Principal y Cervantes.
Málaga Carnaval 1882 - 1906
Es durante este período final del siglo XIX donde la fiesta adopta las que serían sus formas básicas de celebración, un modelo que, aun evolucionando y adaptándose a los cambios sociales y políticos que se vivirán.
La organización de actos carnavalescos se multiplicaban año a año, con bailes y concursos de máscaras en el Liceo, Círculo Mercantil, Teatros Principal y Cervantes, incorporándose además los Cafés: El Universal, La Loba, Independencia... como espacios más populares en los que, probablemente, actuarían los coros y comparsas de modo habitual. Unas agrupaciones, que implicadas en la composición de coplas que versionaban la actualidad local y nacional, comenzaron a editar sus libretos con espacios publicitarios y promocionando su venta como fuente de ingresos, por parte de los grupos de mayor calidad. El Archivo Díaz de Escovar conserva una importante colección de libretos y folletos informativos del carnaval de estos años, además de sus interesantes crónicas manuscritas por las que conocemos los actos carnavalescos de aquellos años y la actuación de murgas y comparsas como Naufragio Marítimo, Los Peinados, Los Indios, Estudiantina Malagueña, entre otras.
Durante la etapa final del siglo XIX y comienzo del siglo XX, Málaga continuaba inmersa en una grave crisis económica y social, una situación en la que, nuevamente, y tras la evolución de la fiesta, distintos sectores ciudadanos verán en el Carnaval una opción turística de valor para el invierno. Un plan de actuación que será coordinado por la Sociedad Propagandística del Clima y Embellecimiento de Málaga, fundada en 1897, perfilarán aún más el carácter burgués de una parte de la fiesta, y también propulsaría el movimiento más popular.
Toda la prensa de Europa
echó a volar el infundio
que el día trece de Noviembre
iba a concluir el mundo.
Hubo quien por no pensar
la muerte que se acercaba
el siete tomó una curva
y el dieciséis le duraba.
Hubo desmayos sencillos
y suicidios espantosos,
camisas y calzoncillos
con perfumes olorosos.
Todos los meses debían
de dar este notición
y entonces progresarían
las fábricas de jabón.
Copla del Carnaval en Málaga de 1900.
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